miércoles, 19 de agosto de 2009

Santa Filomena Hija de luz parte2

Pero sí regresó; tras un mes de sufrimientos terribles, pudo hacer el viaje a Mugnano, donde fue curada en el santuario de las reliquias de Filomena. Su salud se había vuelto alarmante durante el viaje. La gente, aterrorizada por la apariencia esquelética de la niña, se reunió a su alrededor y la ensordecieron con sus súplicas a Filomena para que la curara. Sus dolores se habían vuelto tan intensos estando en su silla de minusválidos que se desplomó; todo mundo pensó que había muerto. Pero no era la muerte: el color regresó a sus pálidas mejillas, y en sus ojos llorosos se vislumbraba una paz celestial. Al darse cuenta de que Pauline estaba curada, la multitud se volvió loca de alegría y gritaban una y otra vez: ¡Un milagro! ¡Un milagro! ¡Viva santa Filomena!

Pauline emprendió su regreso a Roma y se presentó ante el Papa. Pero como él no había sido informado de su curación, quedó paralizado de alegría y asombro al ver en perfecta salud a la jovencita que poco antes se hallara al borde de la muerte. A fin de investigar minuciosamente su curación, ordenó a Pauline quedarse en Roma por un año, durante el cual le confirió muchos privilegios.

Aun cuando lo que él mismo declaró ser «un milagro de primera clase» le había llegado al alma, Gregorio no relajó en lo más mínimo las leyes rigurosas de los tribunales romanos. Sin embargo, cumpliendo con su promesa, al instante tomó medidas para ordenar que la Sagrada Congregación de Ritos iniciara una investigación a fondo por la causa de la santa. Todas las dificultades y dudas que impedían la aprobación de la Iglesia se resolvieron después de que los mejores expertos hubieran escudriñado toda la evidencia. Mientras tanto, las peticiones por parte del clero y los fieles para la canonización de Filomena inundaron Roma. En primer plano los obispos hacían llamados solicitando su causa. Todo el episcopado de Italia declaró que la niña Filomena era una santa. Durante dos años el Soberano Pontífice oró y meditó hasta que elevó a Filomena a la santidad. El 30 de enero de 1837, publicó el decreto que autorizaba la devoción y que concedía la celebración litúrgica de su fiesta con Misa en su honor. Llamó a la pequeña virgen-mártir «la obradora de milagros del siglo diecinueve».

El mayor prodigio relacionado con esta obradora de milagros se dice que fue la rapidez con que se extendió por todo el mundo su devoción. San Juan Vianney fue el que jugó un importantísimo papel en la promoción de dicha devoción. Entre sus clientes, también se encontraban san Madeleine-Sophie Barat, san Peter Chanel, y el Ven. Peter-Julien Eymard. A través de almas como éstas, la pequeña santa entraba a los corazones de millones en todo el mundo.

Pero ¿quién era santa Filomena? A pesar de las detalladas investigaciones, se halló muy poca información que diera a conocer su vida antes del martirio. En respuesta a las oraciones fervorosas de sus devotos, la santa reveló a tres personas diferentes la historia de su vida y martirio, la cual puede ser leída en el folleto Pax tecum Filumena. Según estas revelaciones, Filomena, que había hecho voto de virginidad a temprana edad, fue muerta por haber rehusado entrar en un matrimonio pecaminoso con un monarca rico y poderoso. Ni las súplicas de sus padres ni las ofertas de riqueza y dominio terrenal, ni los tormentos más aterradores pudieron hacer flaquear su determinación. Y aunque no estamos obligados a aceptar la revelación privada, hay que destacar que estas revelaciones corresponden sorprendentemente a los detalles ya conocidos acerca de la santa; y son extraordinarias, ya que las personas a las que les fueron reveladas vivieron en lugares distintos y no se conocían entre sí.

Desde que se encontraron su reliquias, Papa tras Papa la ha honrado públicamente y ha promovido una devoción personal hacia ella. El papa Gregorio XVI publicó el decreto de su canonización y la declaró ser «la gran obradora de milagros del siglo diecinueve», y después «la patrona del rosario viviente». El papa Pío IX fue quizá el más devoto de ella. La llamó «patrona de los hijos de María» y le concedió el privilegio extraordinario de un oficio propio. El santo papa Pío X, quien demostró una tierna devoción hacia ella, ordenó que las decisiones y decretos hechos por sus predecesores, en lo concerniente a la causa de la santa, no se alteraran en ninguna manera. El papa León XIII aprobó la Cofradía de santa Filomena y luego la elevó a la categoría de archicofradía.

Es trágico que a pesar de estas declaraciones de los Santos Padres, ahora se esté diciendo en todas partes que santa Filomena no existió, que no fue virgen-mártir ni santa, sino una mera leyenda. Los actos de canonización de tal manera forman parte del oficio docente del papado que han sido considerados por mucho tiempo como actos infalibles. Por los dictámenes de la Santa Madre Iglesia, apoyados por evidencia científica y por los milagros obrados a través de la intercesión de la santa, sabemos que Filomena sí existió. A pesar de los esfuerzos por desacreditar su nombre, la pequeña santa continúa mostrando su maravilloso poder de intercesión allá en el cielo. En efecto, son más los que nos escriben para saber algo acerca de santa Filomena que cualquier otro santo. Una tal carta dice así: «Nuestra Iglesia una vez fue nombrada por santa Filomena, pero ahora nos dicen que nunca existió... No obstante yo he recibido tantos favores maravillosos por parte de ella...».

Sí, aún hoy no hay ni una clase de gente a la que santa Filomena no ayude de manera muy especial. Ama a los niños con un cariño muy tierno; auxilia a los religiosos en sus labores para la Iglesia; ayuda a los enfermos y moribundos; es invocada para los partos felices; es de gran ayuda en la causa de la educación religiosa y tiene un amor especial por las misiones. Los pobres, los necesitados, los afligidos, los enfermos, todos ellos encuentran solaz y consuelo a sus pies. Como una vela en una mesa, como una ciudad sentada en una montaña que no puede ser ocultada, santa Filomena, la hija de luz, continúa bañándonos con su dulce luz celestial en medio de la penumbra de este mundo pecaminoso...
Pero sí regresó; tras un mes de sufrimientos terribles, pudo hacer el viaje a Mugnano, donde fue curada en el santuario de las reliquias de Filomena. Su salud se había vuelto alarmante durante el viaje. La gente, aterrorizada por la apariencia esquelética de la niña, se reunió a su alrededor y la ensordecieron con sus súplicas a Filomena para que la curara. Sus dolores se habían vuelto tan intensos estando en su silla de minusválidos que se desplomó; todo mundo pensó que había muerto. Pero no era la muerte: el color regresó a sus pálidas mejillas, y en sus ojos llorosos se vislumbraba una paz celestial. Al darse cuenta de que Pauline estaba curada, la multitud se volvió loca de alegría y gritaban una y otra vez: ¡Un milagro! ¡Un milagro! ¡Viva santa Filomena!

Pauline emprendió su regreso a Roma y se presentó ante el Papa. Pero como él no había sido informado de su curación, quedó paralizado de alegría y asombro al ver en perfecta salud a la jovencita que poco antes se hallara al borde de la muerte. A fin de investigar minuciosamente su curación, ordenó a Pauline quedarse en Roma por un año, durante el cual le confirió muchos privilegios.

Aun cuando lo que él mismo declaró ser «un milagro de primera clase» le había llegado al alma, Gregorio no relajó en lo más mínimo las leyes rigurosas de los tribunales romanos. Sin embargo, cumpliendo con su promesa, al instante tomó medidas para ordenar que la Sagrada Congregación de Ritos iniciara una investigación a fondo por la causa de la santa. Todas las dificultades y dudas que impedían la aprobación de la Iglesia se resolvieron después de que los mejores expertos hubieran escudriñado toda la evidencia. Mientras tanto, las peticiones por parte del clero y los fieles para la canonización de Filomena inundaron Roma. En primer plano los obispos hacían llamados solicitando su causa. Todo el episcopado de Italia declaró que la niña Filomena era una santa. Durante dos años el Soberano Pontífice oró y meditó hasta que elevó a Filomena a la santidad. El 30 de enero de 1837, publicó el decreto que autorizaba la devoción y que concedía la celebración litúrgica de su fiesta con Misa en su honor. Llamó a la pequeña virgen-mártir «la obradora de milagros del siglo diecinueve».

El mayor prodigio relacionado con esta obradora de milagros se dice que fue la rapidez con que se extendió por todo el mundo su devoción. San Juan Vianney fue el que jugó un importantísimo papel en la promoción de dicha devoción. Entre sus clientes, también se encontraban san Madeleine-Sophie Barat, san Peter Chanel, y el Ven. Peter-Julien Eymard. A través de almas como éstas, la pequeña santa entraba a los corazones de millones en todo el mundo.

Pero ¿quién era santa Filomena? A pesar de las detalladas investigaciones, se halló muy poca información que diera a conocer su vida antes del martirio. En respuesta a las oraciones fervorosas de sus devotos, la santa reveló a tres personas diferentes la historia de su vida y martirio, la cual puede ser leída en el folleto Pax tecum Filumena. Según estas revelaciones, Filomena, que había hecho voto de virginidad a temprana edad, fue muerta por haber rehusado entrar en un matrimonio pecaminoso con un monarca rico y poderoso. Ni las súplicas de sus padres ni las ofertas de riqueza y dominio terrenal, ni los tormentos más aterradores pudieron hacer flaquear su determinación. Y aunque no estamos obligados a aceptar la revelación privada, hay que destacar que estas revelaciones corresponden sorprendentemente a los detalles ya conocidos acerca de la santa; y son extraordinarias, ya que las personas a las que les fueron reveladas vivieron en lugares distintos y no se conocían entre sí.

Desde que se encontraron su reliquias, Papa tras Papa la ha honrado públicamente y ha promovido una devoción personal hacia ella. El papa Gregorio XVI publicó el decreto de su canonización y la declaró ser «la gran obradora de milagros del siglo diecinueve», y después «la patrona del rosario viviente». El papa Pío IX fue quizá el más devoto de ella. La llamó «patrona de los hijos de María» y le concedió el privilegio extraordinario de un oficio propio. El santo papa Pío X, quien demostró una tierna devoción hacia ella, ordenó que las decisiones y decretos hechos por sus predecesores, en lo concerniente a la causa de la santa, no se alteraran en ninguna manera. El papa León XIII aprobó la Cofradía de santa Filomena y luego la elevó a la categoría de archicofradía.

Es trágico que a pesar de estas declaraciones de los Santos Padres, ahora se esté diciendo en todas partes que santa Filomena no existió, que no fue virgen-mártir ni santa, sino una mera leyenda. Los actos de canonización de tal manera forman parte del oficio docente del papado que han sido considerados por mucho tiempo como actos infalibles. Por los dictámenes de la Santa Madre Iglesia, apoyados por evidencia científica y por los milagros obrados a través de la intercesión de la santa, sabemos que Filomena sí existió. A pesar de los esfuerzos por desacreditar su nombre, la pequeña santa continúa mostrando su maravilloso poder de intercesión allá en el cielo. En efecto, son más los que nos escriben para saber algo acerca de santa Filomena que cualquier otro santo. Una tal carta dice así: «Nuestra Iglesia una vez fue nombrada por santa Filomena, pero ahora nos dicen que nunca existió... No obstante yo he recibido tantos favores maravillosos por parte de ella...».

Sí, aún hoy no hay ni una clase de gente a la que santa Filomena no ayude de manera muy especial. Ama a los niños con un cariño muy tierno; auxilia a los religiosos en sus labores para la Iglesia; ayuda a los enfermos y moribundos; es invocada para los partos felices; es de gran ayuda en la causa de la educación religiosa y tiene un amor especial por las misiones. Los pobres, los necesitados, los afligidos, los enfermos, todos ellos encuentran solaz y consuelo a sus pies. Como una vela en una mesa, como una ciudad sentada en una montaña que no puede ser ocultada, santa Filomena, la hija de luz, continúa bañándonos con su dulce luz celestial en medio de la penumbra de este mundo pecaminoso...

1 comentario:

  1. Gracias santa Filomena por tus milagros y ayudas.
    te adoro virgen. gracias señor por enviarme esta ayuda por medio de esta virgen Santa Filomena.
    jansleo1@live.com.mx

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